Descubre tu Vocación y atrévete a decir "Si a Dios"
Profundizando más en la Vocación
En el periodo anterior al Concilio Vaticano II, el concepto de «vocación» se aplicaba ante todo respecto al sacerdocio y a la vida religiosa, como si Cristo hubiera dirigido al joven su «sígueme» evangélico únicamente para estos casos. El Concilio ha ampliado esta visual. La vocación sacerdotal y religiosa ha conservado su carácter particular y su importancia sacramental y carismática en la vida del Pueblo de Dios. Pero al mismo tiempo, la toma de conciencia, renovada por el Vaticano II, de la participación universal de todos los bautizados en la triple misión de Cristo (tria munera) profética, sacerdotal y real, así como la conciencia de la vocación universal a la santidad, hacen ciertamente que toda vocación de vida humana, al igual que la vocación cristiana, corresponda a la llamada evangélica.
El «sígueme» de Cristo se puede escuchar a lo largo de distintos caminos, a través de los cuales andan los discípulos y los testigos del divino Redentor. Se puede llegar a ser imitadores de Cristo de diversos modos, o sea no sólo dando testimonio del Reino escatológico de verdad y de amor, sino también esforzándose por la transformación de toda la realidad temporal conforme al espíritu del Evangelio
Si decimos entonces que la vocación es un LLAMADO ..nuestro primer llamado de Dios es a ¡Vivir!
Dios nos llama a la Vida
Vocación a la Vida: Dijo Dios: “Entonces Yahve Dios formo al hombre con polvo del suelo e insuflo en sus narices aliento de vida, y resulto el hombre un ser viviente” 1 Gen 7
…todo hombre está penetrado por aquel soplo de vida que proviene de Cristo.
Dios nos llama a ser Cristianos
Vocación cristiana: El depósito fundamental de la vida y de la vocación cristiana está contenido en estos dos sacramentos: bautismo y confirmación. De ellos parte el camino hacia la Eucaristía, que contiene la plenitud del don sacramental concedido al cristiano: toda la riqueza de la Iglesia se concentra en este Sacramento de Amor. A la vez, siempre en relación con la Eucaristía, hay que reflexionar sobre el tema del Sacramento de la penitencia, que tiene una importancia insustituible en la formación de la personalidad cristiana, especialmente si está unida a él la dirección espiritual, es decir, una escuela sistemática de vida interior.
El Bautismo es una vocación a la santidad. Es una semilla que hay que hacer fructificar en el alma, que tiene un fruto: la santidad.
La ambición es alta y nobilísima: la identificación con Cristo, la santidad. Pero no hay otro camino, si se desea ser coherente con la vida divina que, por el Bautismo, Dios ha hecho nacer en nuestras almas.
El avance es progreso en santidad; el retroceso es negarse al desarrollo normal de la vida cristiana. Porque el fuego del amor de Dios necesita ser alimentado, crecer cada día, arraigándose en el alma; y el fuego se mantiene vivo quemando cosas nuevas. Por eso, si no se hace más grande, va camino de extinguirse.
Recordad las palabras de San Agustín: Si dijeses basta, estás perdido. Ve siempre a más, camina siempre, progresa siempre. No permanezcas en el mismo sitio, no retrocedas, no te desvíes (S. Agustín, Sermo 169, 15 (PL 38, 926).). San Josemaría, Es Cristo que pasa,n. 58
Por eso, la vocación cristiana se llama también vocación bautismal.
· “Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo”. (Catecismo de la Iglesia, 784).